Para dar respuesta a la demanda social de información, sobre la calidad del aire en el entorno de las plantas químicas en el Camp de Tarragona, la semana pasada se presentó el Observatorio de la Calidad del Aire, dirigido por el Dr. Francesc Borrull, Catedrático de Química Analítica de la Universitat Rovira i Virgili, y coordinado por Eurecat Centre Tecnològic. Este trabajo se ha editado bajo la dirección de la Fundació Privada Institut Cerdà.
Este informe lo encarga la multinacional Repsol, después de haber realizado un estudio similar en el 2018. La investigación incluye más muestreos, con más prolongación en el tiempo, que el estudio pionero del año anterior. Además, se ha incorporado al proyecto la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT), confirmando el apoyo del sector petroquímico de Tarragona a este informe.
El estudio se centra en las concentraciones de benceno y 1,3 butadieno, las dos emisiones tóxicas que centran la mayoría de las miradas críticas, y que se asocian a las producciones industriales de varias plantas químicas.
Se ha evaluado la presencia a lo largo del 2019, de 62 compuestos volátiles (COVs) en 20 poblaciones y barrios. Las muestras se han tomado durante 14 días de cada mes, los 12 meses del año en los territorios del polígono norte, y entre 8 y 10 meses en las poblaciones del polígono sur.
Los resultados constatan niveles de benceno por debajo del límite legalmente establecido, tanto por la normativa europea como española, de 5µg/m3 anuales. En relación al 1,3 butadieno, ninguna población ha superado los 2µg/m3 anuales, que se toman como referencia en base a las recomendaciones canadienses, ya que no hay ninguna normativa que regule las emisiones de este elemento.
Uno de los resultados más destacables es que el barrio tarraconense de Torreforta, donde Mare Terra Fundació Mediterrània tiene su sede, muestra la concentración total de COVs más elevada (61,72 µg/m3 anuales), obteniendo valores casi duplicados en comparación con el resto de poblaciones del Camp de Tarragona, y llegando a niveles muy parecidos a los de Barcelona (68,84 µg/m3 anuales).
La interpretación de estos datos es difícil por la influencia de varios factores: emisiones de plantas químicas, tráfico de vehículos o las obras de construcción en los alrededores, tal y como explica el director del Área de Relaciones, Impulso e Innovación del Territorio del Institut Cerdà, Lluís Inlgada.
Así es básico que cuando la emergencia sanitaria del Covid19 lo permita, se puedan impulsar jornadas de debate y workshops con expertos, para contextualizar los resultados e impulsar nuevas estrategias ambientales para mejorar la calidad del aire. También es clave perfeccionar el estudio como herramienta pedagógica, para que la información sea accesible a la población de una manera fácil y comprensible.